ESTE DELANTERO brasileño es incontrolable en todo sentido: incontrolable para los defensores que intentan anular su juego e incontrolable para los entrenadores que buscan mantenerlo sereno durante una concentración nocturna.
Pero Romario es Romario y nunca nadie consigue detenerlo: él siempre puede ofrecer “una gambeta más”. Como en el Mundial de USA, en 1994, cuando pasó por alto las advertencias del entrenador Carlos Alberto Parreira e hizo ingresar a su habitación a algunas señoritas.
LA FRASE:"Yo llevaba mujeres a las concentraciones porque si no se volvían realmente aburridas" confesó el hombre de los dudosos mil goles. Además, Romario dejó bien en claro que, como bien lo dice una propaganda, estamos en un tiempo difícil para el romanticismo: "soy infiel 100% y mi mujer lo sabe. Desde el momento en que la conocí yo le prometí muchas cosas pero nunca fidelidad".
DE TODOS MODOS hay algo que Romario ama aún más que las mujeres: el Carnaval. Podrá estar disputando la Champions League, una Copa Libertadores o un Mundial pero, cuando llega la hora del samba, él se anota:"entre jugar un partido e ir al carnaval, yo me quedo con el carnaval. Allí se puede encontrar todo lo que le falta al fútbol: baile, fiesta y alegría".
Y después dicen que Pelé es el más grande…
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